sábado, agosto 26, 2006

Finisterre, nueva ola de chapapote.

Papito mío

Su carta me ha devuelto el alma al cuerpo y el entendimiento a las razones. Una música como de campanillas resuena en mis oídos y los villancicos me hacen volar como nubes de algodón hacia la dicha. Volver a recibir noticias suyas me llena de una alegría inconmensurable. Debo confesarle que tanto silencio de su parte me hizo temer lo peor: temí por usted, por nuestro amor, por su trajecito tan rojo que tan bien le pega a su barba blanca. Sí, lo sé, lo he visto. He tomado el gugl por asalto buscando evidencias de su ser, su estar y parecer para tratar de calmar la sed desatada por sus ausencias. Pero ahora vuelvo a vivir como estos gemúes despetrolados por mis manos.

Debo confesarle también que aunque me fantastican sus celos moros y me halagan como buena leidi que soy, ellos son totalmente injustificados. Mi manzana está espléndida e intacta para usted, papito, mi único e inconmensurable amor fati. Mi alma está amorfateada completamente por sus palabras tiernas que como olas de placer salsean mi existencia. No temas, galán mío, tu eres mi único y verdadero amor, yo soy tu princesa Fiona y tú eres mi Shrek.

Comprendo tu abnegada dedicación al deber porque la veo como el espejo de la mía propia. Sin embargo es esa misma abnegación que nos tiene al margen la que me hace amarte más. Es por eso que te pido y te invito a que mañana, cuando el alba despunte a alumbrar estas desgraciadas playas, vengas a mí y podamos finalmente entregarnos al sinsentido inconmensurable de nuestro amor. Con una horita, horimedia, me alcanza y sobra. Después, podrá usted partir a cumplir con su misión, si necesita le echo una manito ya que los enanos lo han abandonado, y de paso me lleva en el trineo y me deja por las tierras de Tutankamonlandia, que esperan ansiosas mi arribo. Tan ansiosas como estaré yo esperándolo a usted ahora antes y después.

Pero antes de eso, hemos de consumar aquello que nuestros corazones nos piden con ansia, prestancia, insistencia e incontinencia: amorfatearnos el uno al otro donde y como sea hasta que el mundo se tiña de naranja.
Pienso en esa hora y se me erupcionan los volcanes.

Ardiente y suya
Mar

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