domingo, mayo 30, 2004

Bombay, Septiembre 21 de 2002


Mi querida Daniela!

A menudo la memoria es un carruaje que se despeña por los desfiladeros de las confusiones. Ahora lo recuerdo bien, la de las gambas almibaradas era una tal Paulina Riquelme, que estudiaba en el María Auxiliadora del ACA, establecimiento en el que yo me desempeñaba como celador (que no celoso) de 4to Comercial.
Tu eras mi compañerita del Normal 8, desde primero a quinto año y también recuerdo al botarate de Pablo Wellapon al que le decían el tuerto Wellapon por un desafortunado tizazo que le arrancó la pupila en una hora libre de matemáticas.
¿Te acuerdas de la vieja Guadalupe, la profesora?
Debo confesarte que se convirtió primero en mi primera esposa y más tarde en mi primera ex-esposa, la diferencia de años fue insostenible, aunque estábamos muy enamorados, ella jamás dejó de reprocharme que yo me copiara en sus exámenes y día a día me lo echaba en cara. Tanto que a los dos meses nos separamos sin una lágrima.
Y esto, mi querida y dulce Daniela no es un malentendido. El amor es mutuo porque yo al recibir tu misiva, al oler la suave fragancia de flores secas, al acariciar la textura del finísimo papel, al ver los elegantes trazos de tus letras, comprendí que el amor volvía a galopar desenfrenadamente en mi corazón.
¡Suenen guitarras al viento que quiero mi aliento perder al bailar!
Yo también estoy enamorado y cuando lo digo florecen las fresias amarillas en los jardines de mi mansión. Necesito tenerte a mi lado, quiero mirarte fijamente a los ojos y decirte que mi amor es impoluto, quiero sostener tu cuerpo vibrante entre mis brazos y dejar que el amor fluya por los senderos de los sentidos despiertos y acuciantes.
Deja tus cosas, deja a ese hombre que no te hace feliz y emprende un fugaz y apresurado viaje hasta mis dominios, te haré conocer todos los placeres, te llenaré de besos y de caricias, navegaré por tu piel descubriéndote, aprendiendo de memoria cada poro, cada peca, cada célula, vibrando inconmensurablemente. Adjunto a esta carta un pasaje para que lo utilices prestamente.
Aquí en Bombay las cosas son bastante diferentes, pero te acostumbrarás en poco tiempo, no dejaré lugar a los temores ni a las nostalgias, tengo una carroza llena de mimos para darte y varios camiones repletos de oro y piedras preciosas para regalarte.
Nos casaremos apenas llegues y emprenderemos un eterno viaje de luna de miel por todos los rincones del planeta. Serás mi reina, te colmaré de atenciones y al llegar la noche caeré rendido a tus pies para darte lo que necesites.
Escríbeme diciendo sí, otra respuesta causará mi muerte inmediata, además si no me matas tú lo harán los esclavos bombayeños que en este momento están organizando una revolución. Pero no te preocupes, tengo la situación dominada y solamente ansío tenerte a mi lado.

¡Ay mi amor!
Sin ti no entiendo el despertar.
¡Ay mi amor!
Sin tí mi cama es ancha...

(Y esto es literal. Podrás comprobarlo en la afoto que te envío al dorso. Es la última toma que realizó mi pérsonal-afotadora, la rimbombante artista internacional Clara Boya que me acompaña en todas las giras, realizando un trabajo testimonial e inconmensurable, acerca de mis peripecias, sufrimientos y, ¿por qué no?, dichas sin fin.)

Ven, te estoy esperando.




Ernesto Mate




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