domingo, agosto 08, 2004

Temaikén, diecisiete del diez del año en curso


Estimado Faraón Mandamás Eterno
Don Ernesto Mate:

¡Oh bienamado benefator de la humanidad! Me dirijo a Usted para informarle que la noche que fui a su habitación para rendirle mi informe sobre las actividades mezquinas y solapadas de la promotora de tápergüer que se quedó con mi juguerita, han tenido efectos más que interesantes sobre mi persona, es que usted, lejos de prestar atención a mi testimonio, se dedicó más a la exploración de mi femenina anatomía y, como una no es de madera noruega, cosa va, cosa viene, manotazo por aquí, manotazo por acullá, la reunión terminó en pernocte desenfrenado. Hasta ahí todo bien, querido faraón, pero me veo en la obligación de poner en su divino conocimiento que se me ha producido un atraso menstrual y que en el evatest me salieron ocho rayitas. Como su señoría seguramente sabrá, porque su sabiduria y presencialidad son infinitas, la regla de las mujeres temaikeñas es semanal, y las ocho rayitas no pueden significar otra cosa que cuatrillizos faraónicos germinando en mi sacrosanto vientre.
Pues bien, de acuerdo a las leyes temaiquinas, una mujer soltera no debe quedar embarazada bajo ningún punto de vista y he sido condenada a morir lapidada en un plazo perentorio, salvo que vuestra merced reconozca su activa participación (hiperactiva diría yo) en el acto preñial y me despose. En caso de que su señoría se haga el otario no me quedará otro remedio que huir con rumbo desconocido arrastrando mi panza por el mundo cruel y desarraigado del exilio.

Sé que estas noticias le caerán a usted cual patada en los testículos, pero le ruego que se haga cargo, por el bien de sus cuatro faraoncitos que patalean en mi interior y por el mío propio.

Quedo a la espera de sus gratas noticias, con los pies hinchados.


Sandriya Cataelano
Futura Faraona Mater

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