miércoles, junio 23, 2004

Ceuta, hoy, un cacho más tarde


Mi Principe Azul, por fin te encontré...

Siento una especie de resquemor al comprobar que sus sentimientos hacia mí son como un troquelado que recortándolo por las líneas de puntos concuerdan de una manera, casi diría, amalgamada a los míos.
Usted me cayó bien desde el principio. Y ahora que me cuenta de su rápido ascenso en la escala social, aún es más la protuberancia que me pinta con sus 7 colores arcoiriseños.
Yo también (ahora que lo pienso) estoy que me arde, me arde, me quema, estoy tirada en la arena... de la playa popular de Ceuta, pensando en usted y esa pasión mezcla arrogante, mezcla mercachifle que me ofrece.
Acepto. Si lo suyo es una proposición con fines serios (cosa que no me ha quedado clara), desde ya que le doy el sí y que Mate (que, en definitiva era el objeto de mi amor en un principio) se meta ya mismo sus tomatales en el orto, que, por lo visto, no me han sido destinados a mí.
Desde este momento mi corazón latirá por y para usted. Cada vez que evoque o escuche su nombre, Edgar...un coro celestial me brindará el eco que diga chando, chando, chando!

Pero, lamentablemente, nuestro encuentro se pospondrá una vez más.
Tengo mis motivos, que por cierto, no son gratas noticias.
Se trata de alguien que usted conoce, alguien a quién hace alusión en su última epístola: el Chino de la Rockola.
Hace unos días lo encontramos en pleno desierto de Atalaya abrazado a su máquina y con un CD de Hermeto Pascoal adherido a sus zonas pudendas, muerto de sed y de aburrimiento.
Harol A. Tenorio y yo misma fuimos los encargados de desengramparle el CD de las bolas y llevarlo en andas hasta el primer Oasis que no nos sirvió para nada porque era una lista de correo electrónico. Nada más ilusorio que Internet, como sabrá. El caso es que nosotros sólo contábamos con Alternativa Gratis y, como esa mañana estaba saturado el server y por ningún lado había un módem, nos dirigimos hacia otra posta (que en este caso era un puesto de choripán atendido por sus propios dueños: Gat & Chávez, otra vez haciendo de las suyas)
En principio me puse enardecida reclamando la budinera que me hurtaron con tanta desfachatez, pero ellos se las ingeniaron no sólo para no devolvermela nunca, sino también para exigirme el pago por la trepanación de cráneo que hubieron de hacerle al chino del orto...(perdón, el Chino de la Rockola), con dos de mis más preciados bols de tapergüer.
El chino vive. Eso es lo que importa.
Hoy está en nuestra troupe ensayando su número. Tendría que verlo hacer malabarismos, danzando sobre la rockola al son de Shimauta.
Realmente es un gran artista que reemplaza con creces a Xenia Mora, que no ha muerto, pero como sí así fuera.
Su vida vegetativa depende de una nueva ley de eutanasia. O de un transplante de éjido urbano que no conseguimos por más campañas que hemos hecho.
Es una pena lo de esta chica. Seguro se va a morir pronto, pero la vida es así y el show debe seguir, por más que nos duela.
En cuanto a Mempo Maron, han llegado rumores a mis oídos de que se encuentra escondido en los sótanos de la mansión de Mar de Mora, una terrateniente de Finisterre que dedica todos los minutos de su estúpida vida a desempetrolar gemúes, murmisos, leviatanes y toda especie en extinción o peligro que pulula por ahí.
Así que, si es posible, le pediría que mande a sus eunucos para esos güines.

Sin otro particular, me despido con un afectuoso ósculo dónde más le guste.



Paulina Riquelme
Venta y Reparación de Rockolas.
Organización de Congresos Médicos.
Desengrampaciones varias.

No hay comentarios.: