jueves, junio 17, 2004

TutanKamoLandia, un poco más tarde.


Paulina:

Las noticias que relata me dejan obnubilado y pensamentoso, las desgracias que vienen cayendo sobre los integrantes de su troupe meten miedo, y le ruego a Shiva y a Vishnú para que la protejan y la alejen de todo mal de ojo que ande yirando y buscando dueño/a.

Yo estoy aquí en plena construcción del complejo de entretenimientos más grande del mundo, el venerado faraón y comandante Mate me ha nombrado capataz plenipotenciario y tengo a cargo una horda de quince mil esclavos marroquíes que se encargan de moler y transportar las piedras. Sé que no es el momento propicio para hacer ciertos comentarios, pero necesito decirle que desde que cruzamos nuestras primeras epístolas algo en mi ha cambiado, ya no miro con cariño a mi dromedaria preferida, es más, le rehuyo a sus requerimientos y me quedo como un idiota mirando y olfateando sus cartas. El otro día me perdí entre las dunas y si no fuera porque me encontró una caravana de beduinos disidentes que me trajeron de vuelta, otro gallo hubiera cantado. No encuentro las palabras adecuadas para confesarle mis sentimientos, es usted una persona tan desenvuelta que me gustaría envolverla entre mis brazos mientras los esclavos interpretan la novena sinfonía al son de los cinceles y las mazas.

Yo le ruego Paulina, que no tome a mal mis palabras, sepa que aquí los veranos son muy largos y los inviernos también, y que tanta arena a la larga apelmaza los sentimientos, por eso cuando se aparece una luz azul en el camino de los desposeídos nada ni nadie puede apagar la flama que enciende la antorcha del amor y la pasión. Espero que no se quede sin artistas porque le estoy construyendo un anfiteatro especial para su espectáculo con capacidad para dos millones de espectadores parados y ciento cuarenta sentados.

Ya le comenté a nuestro semidios el general Mate sobre sus problemas y él con cara de preocupado espetó su célebre frase: "tá que lo tiró", después se fue a supervisar la cosecha de tomates que venía un poco en baja.
En este preciso momento estoy diagramando sus oficinas y camerino privado. Las oficinas son varias, la principal con vista al Nilo para usted, y las otras por las dudas. El camerino consta de setecientos metros cuadrados con los bordes redondeados, tiene piscina, yacuzzi, frigobar y Rockola, esta última la hemos traido del hemisferio sur, más precisamente de una comarca denominada Caballito y lo más sorprendente es que viene con su propio operador, un chino que es capaz de embocarle la ficha desde cuarenta metros de distancia. Tanto las oficinas como el camerino están revestidos con caparazón de tatú carreta ornados a mano por auténticos indios onas, con incrustaciones de plata, platino, oro y orino. Sobre el particular, y como mientras le escribía los esclavos ya terminaron de construir todo lo que le conté, le pido que me haga saber si la moquette la prefiere de algún color en especial o la dejamos grisesita como la que tenemos en stock.

Mi querida y venerada Paulina, faltan pocas horas para que nos encontremos, mi corazón estalla de emoción y mis ojos recorren los caminos tratando de divisar la polvadera delatora de su aproximamiento. Lo que pasa es que el ufano poderoso mandamás y megageneral Mate me habló tanto de usted que mi cabeza galopa a lomos de una imaginación enardecida de deseos (en el buen sentido, no me malentienda), ardo de ganas de estrechiarla entre mis brazos, ardo tanto que no dan abasto las cuatro brigadas de bomberos de Gizeh para apagarme.

Sobre la infortunada Xenia Mora, no se haga problemas, mandaré construir un Oasis donde su memoria rediviva fluctúe para siempre entre las marejadas de "canciones eructadas". Y por el malviviente Mempo Maron, sepa que su futuro es tan fulero como su caripela, ya envié veintiocho brigadas de eunucos asesinos para darle caza y vengar sus tropelías para siempre.

Suyo más que nunca,


Edgar Chando
Edecán, Capataz y Alcahuete a muerte.
Complejo de TutanKamoLandia
Egipto Oeste, a dos cuadras de la estación.

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