miércoles, julio 14, 2004

Ramadám Zalazamba, Octubremente


Amada Daniela:

Al leer tus últimas epístolas una lágrima de escozor se me escapó del ojo izquierdo y rodó por la ladera del monte Terre Viento inundando varios sembradíos de tomates amarillos (una nueva especie que estoy tratando de meter en el mercado)

Te ruego que tengas paciencia, a veces los vuelos se complican y suceden cosas como éstas, tal parece que en estas tierras olvidadas estamos signados por negros designios que impiden que las mujeres amadas lleguen a destino sin despeinarse. Éste último comentario viene a cuento porque Paulina también ha sufrido varios contratiempos en su periplo hacia TutanKamoLandia, pero al menos el bueno de Edgar tiene con qué entretenerse, ya que se reencontró con una vieja amiga (vieja porque hace mucho que la conoce, no porque ella sea vieja, no sé si quedó claro) fotógrafa a la cual pienso convocar para que nos afote cuando nos casemos.

Aquí las cosas están bastante tranquilas, si no fuera por un inquietante arribo de turistas chinos con cara de mafiosos, te diría que la cosa se puso aburrida.

Al Emir ya lo fleté junto con sus hijas, en realidad no me bancaba la idea de tener que casarme por conveniencia, teniendo el amor en vuelo hacia mis brazos, el futuro se me presenta diáfano y alentador. Si no fuera por los chinos, mi felicidad sería completa.

Esperándote,


Tu Ernesto Mate

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