domingo, julio 18, 2004

TutanKamoLandia, un día después de tus ostras

Edgar, mamarrachito mío,

Quería ante todo agradecerte por la inconmensurable noche que pasamos juntos. Tus ostras son una delicia y no salgo de mi asombro porque incluso yo me quedé corta al recordarte en aquella noche en la playa. Literalmente me dejaste de cama, por eso no te oí cuando te fuiste y lamenté no verte cuando me desperté a las 6 de la tarde. Comprendo tus miles de ocupaciones y por eso te perdono esta vez.

A eso de las 7 vino a buscarte un tal Franco Milón que dice que es el encargado de hacer los disfraces para un montón de cubanitos que están llegando a TutanKamoLandia. No me comentaste de este proyecto, ¿de qué se trata esta ridiculez? ¿ehhhh? Sólo de una cabeza trasnochada podría haber salido semejante idea (¿de quién será?) y por eso sé que no es tuya, ya que tu cabeza es sólo olvidadiza.

Bueno, querido Edgar, espero que aclares las dudas que ensombrecen mi alma y que te tomes algún Memoriol para no olvidarte lo que vivimos anoche.

Acá te mando la fotito que te saqué cuando terminaste la segunda fase del complejo. Qué bien quedaron las estatuitas y qué lindo que estás. La espada es un poco cortita, como de juguete, pero siempre la llevás bien en alto. ¡Yo lo sé, yo lo sé!

Tuya siempre,


Clarita


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