miércoles, agosto 23, 2006

Finisterre, el día ya no es tan largo

Querido Papito:

Sé que me tomo atribuciones que no me corresponden al enviarle una segunda carta a usted, que debe tener el buzón más que rebalsado por esta época, pero entienda que su misiva ha hecho florecer en mí la llama de la esperanza como un recuerdo lleno de sol.

Pero no quiero avanzar antes de expresarle mi profundísimo agradecimiento por recibir y conceder mi pedido -el Gold Butterfly es esperado como agua en el desierto- y además por expandir mi recompensa a tan sugestivo invento que me ofrece. Es usted tan imaginativo que me deja sin palabras. La quiero en carpincho, sí señor.

Las duras pruebas a las que me somete mi vocación y mis andanzas por el mundo me habían convencido de que la razón suprema de mis fracasos sentimentales se debían a mi encarnizado sentiemiento del deber. Pero sé que no es así, y que una chica como yo se merece un hombre que la entienda y la acompañe. Que si el amor después del amor existe, debe ser tan inconmensurable como para no ponerse en jaque por ninguna misión de morondanga, por más Finisterre que sea el destino.

Ahora entiendo que Usted en su Polo Norte y yo, aquí en Finisterre, somos almas gemelizadas por el sentimiento de soledad más enraizada. Permítame confesarle que a partir de este momento es mi fantasía más anhelada el que nos encontremos para alejarnos en su trineo (si no le parece demasiado abuso), mirándonos a los ojos, tomándonos de las manos, y con los corazones latiendo al unísono.

Por lo pronto, permítame avisarle que más temprano que tarde sin reposo deberé partir para las tierras de Egyptus, donde el deber me llama a luchar por la verdad, la justicia y la liberación de las almas de los indígenas oprimidos. Si le parece prudente, déjeme para el final del reparto y no sólo estrenaremos juntos al lepidóptero sino que podría Usted brindarme en persona las instrucciones de uso de la Mano del Amor.

Buenos augurios e irrefrenables deseos de que ya sea Nochebuena y por fin tengamos ambos una Noche idem.

Mar

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Por qué no seré yo tan veloz a la hora de las definiciones amorosas?