viernes, agosto 25, 2006

Finisterre, Lunes otra vez
Papito mío
Déjeme decirle que tiene Ud todos los permisos para llamarme y no sólo llamarme como quiera y lo que quiera. Es que este milagro que nos ha unido, porque cómo llamarlo si no es milagro, ¿Gold Butterfly tal vez? es inconmensurablemente el más puro, sutil, fino, laminado, pulido e inconmensurable amor, despojado de todo interés y absolutamente desparasitado.
De más sería contarle que su Rebelde Way en unión y libertad con su ofrecimiento de adelantar la Mano del Amor, me calientan primorosamente. Mi temperatura corporal es tal que el Contramaese que nos lidera en la cruzada de despetrolización me ha ordenado guardar cama. ¡Pobre tunante! No sabe que mis chuchos, mis calores, y mis suspiros no son producto de gripe, botulismo o asma alguno, sino que son la materialización más fiel de mis ansiedades de cara a su llegada. Nada saben, ni él ni el médico que intenta paliar mi estado, de los desvelos y necesidades que provoca el Verdadero Amor.
Lo espero con ardura. De nada sirve que me expliquen que es un problema de reloj, que se me agotaron las pilas, no veo la hora de que llegue usted y nos sumerjamos en el mar de la pasión. Me arde, me quema, dejé la sangre en la arena, junto con los restos empetrolados de un gemú que se había encariñado conmigo. ¿Se da cuenta que alegría al enterarme que el Gold Butterfly será imitación gemú? ¿Qué otra cosa que el verdadero amor puede haberle dictado esta íntima necesidad de mi ser?
Así que ya sabes, Papito, estoy en cama, en plena calentura, y esperándote. Ven, ven papito mío, y juntos probaremos tus chiches. Yo te prometo todos los idem.
Y después, en tu hermoso trineo, emprenderemos el viaje a Egyptus, surcando los cielos y volando sobre la cabeza de millones de desagradecidos que no han sabido quererte como te lo mereces. Hasta ahora, que a tu vida llegó tu mar
Tuya y ansiosa
Mar

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